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"Cuando nació se resbalo de las manos de la enfermera y cayó al piso, el médico lo dio por muerto"

 

"Su nana que era negra lo llevo a una ceremonia iniciática, el brujo lo lleno de sangre de un gallo, le dijo que bailara y él lo hizo"

 

“En su juventud hubo otra experiencia que resultó determinante para su carrera, en la Facultad de Medicina lo nombraron director de Actividades Culturales de la Sociedad de Alumnos, y entonces decidió hacer teatro.

 

“Fue cuando presentaba Las cosas simples (1956), de Héctor Mendoza, que Salvador Novo, impresionado por el trabajo del joven Argüelles, le ofreció una beca para estudiar en la Escuela de Arte Teatral de Bellas Artes, lo cual aceptó sin titubear.

 

“Ya en la Escuela de Arte Teatral, Emilio Carballido y Sergio Magaña fueron los maestros que más influyeron en la formación de Argüelles como dramaturgo, y precisamente, como trabajo final de una de las materias que impartía el maestro Carballido, de lo que originalmente era una tarea de adaptación de entre 20 y 25 minutos, resultó una obra mayor: Los cuervos están de luto, pieza que posteriormente ganaría varios premios por el reconocimiento del público y la crítica”. (Hugo Argüelles recibirá un homenaje. El Nacional, sección cultura, 13 de enero de 1994. P.15)

Vendrían otros éxitos del dramaturgo con obras como: La dama de la luna roja (1970), El retablo del gran relajo(1981) y El ritual de la salamandra (1982); entre otras creaciones.

 

Como formador de escritores ha tenido gran influencia; entre sus alumnos se cuentan Víctor Hugo Rascón Banda, Oscar Liera, Sabina Berman, Carlos Olmos y Jesús González Dávila, todos ellos ganadores del Premio Nacional de Teatro.

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